Iglesia Vieja de Aldehuela de la Bóvedda

Las ruinas de la Iglesia Vieja están situadas en el anejo de La Estación, una vez cruzada la vía de ferrocarril, en la carretera de Castro Enríquez, al sur de la vega del arroyo Arganza.

La iglesia está orientada al este y en sus restos aún se pueden apreciar diversas etapas constructivas. Está realizada con muros de sillarejo y mampostería de granito y cuarcita en el interior y sillería de granito al exterior.

Era un templo de tres naves, separadas por dos arcos que apoyan en pilastras con columnas adosadas, y un solo ábside rectangular al que se accede a través de un arco triunfal de medio punto, que apoya en una doble moldura a modo de capitel. Los restos de paredes que quedan del ábside están realizados en sillarejo y mampostería de granito.

Tiene tres accesos, dos laterales y otro desde el hastial que actualmente se encuentra tapiado.

Las entradas norte y sur son de arco de medio punto con grandes dovelas de granito, esta última conserva modillones y mechinales que sostenían un tejadillo y tres hornacinas. Conserva tres ventanas de arco abocinado con molduras de nacela al exterior y rectangular al interior.

La entrada del hastialtorre está realizada con arco de medio punto con dovelas de sillares de granito de gran tamaño, sobre el que se ha colocado un rosetón. Entre ambos aún se conservan los modillones que soportaban un tejadillo. Al interior, el arco es carpanel.

Tiene una espadaña a la que se accede desde el interior por una escalera de un tramo recta y otra de caracol realizada con sillares de granito por la que, por supuesto, subimos. Está compuesta de dos cuerpos que arrancan de la línea de tejado a partir de una moldura de nacela adornada con bolas. El primer cuerpo es liso y está separado del segundo por una cornisa con varias molduras. El segundo cuerpo, de campanas, tienes dos arcos de medio punto y, sobre ellos, y en el medio otro de menor tamaño, está rematado a modo de frontón triangular.

En los lados norte y oeste se encuentra situado el actual cementerio, el mismo frente a cuyas tapias los habitantes de este pequeño municipio, como los de tantos otros, vieron fusilar a sus seres queridos acusados, con mayor o menor acierto, de “rojos” o, ya después de la Guerra Civil, de resultar contrarios al régimen dictatorial que se impuso en nuestro país.


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Comentarios: 2
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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?