Ya desde lejos apreciamos que el tejado se había venido abajo, ¿cómo era posible? recordaba perfectamente el buen estado de la estructura de ese ala de la granja y tampoco había pasado tanto tiempo desde mi última visita... Finalmente descubrí la triste causa del suceso: un incendio que había arrasado, además, la estancia en la que reposaba la enorme chimenea que, en su momento, hacía las veces de hogar. Mi estancia preferida reducida a polvo, escombros y cenizas.
Tuvimos que conformarnos con hacer unas cuantas fotos del exterior de uno de los edificios pero, a pesar de la decepción por el estado de la granja y aunque heladora, resultó una noche estupenda. Y es que la compañía es un añadido en esto de la fotografía.
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