David Bruce Royal Navy Hospital

El RNH Mtarfa, nombre bajo el que se conocía el David Bruce Royal Navy Hospital, fue construido cerca de los barracones de St Davids en 1912 para reemplazar el viejo hospital Bighi. Dio servicio a los militares y marinos enfermos o heridos -sobre todo australianos y neozlandeses- durante la Primera Guerra Mundial. Si bien no disponía de suficientes medios para tan alta demanda como requería, era útil sobre todo por su cercanía al cementerio naval de Mtarfa. La situación cambió durante la Segunda Guerra Mundial, momento en el que el complejo se amplió enormemente, incluyendo las construcción de un edificio exento para enfermos infecciosos.

 

Se dice que bajo el hospital existía una red de túneles y habitaciones que sirvieron de refugio a sus médicos y enfermos. 

 

Fue en la década de 1950 cuando el hospital tomó el nombre del doctor David Bruce, descubridor de la causa de la brucelosis que había diezmado, la población de la isla. El centro prestó servicio hasta el año 1979 y, tras esto, cerró sus puertas durante varios años en los que el abandono hizo mella en sus intalaciones hasta que el edificio principal fue ocupado por un instituto de secundaria, el Sir Temi Zammit, delegación del St Nicholas College.

 

Nosotros pudimos pasear sin ningún problema por el exterior de las instalaciones del enorme edificio que ahora hace las veces de instituto, cuyos jardines y pistas deportivas, pudimos comprobar, también sirven de lugar de esparcimiento para los vecinos de la zona.

 

Pero nuestro destino era el ala para pacientes infecciosos, un edificio de una sola planta completamente abandonado a su suerte a la espera de la prometida restauración. No tuvimos ningún problema en entrar, de hecho, para variar, lo hicimos por la puerta principal, y lo primero que descubrimos fueron los restos ennegrecidos de un incendio que afectó a paredes, techos y suelos. 

 

A medida que fuimos avanzando y adentrándonos en los distintos pasillos y habitaciones vacías el manto negro fue desvaneciéndose pero, aún así, resultaba harto complicado imaginar entre esas paredes los desesperados cuidados procurados a unos pacientes, la mayoría desahuciados, que esperaban, resignados o asustados, lejos de casa, su final. Sólo el sorprendente hallazgo de un antiguo bote de píldoras medicinales (imposible saber de qué se trataba) atestiguaba el pasado de aquel edificio hoy prácticamente vacío. Cuánto dolor encerrado en tan poco espacio...

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?