Estación de FFCC de Vallcarca

Delante de la estación aún pasan trenes, pero desde 1994 ya ninguno se detiene. El polvo de cemento de la cercana fábrica impregna todo en blanco y negro, como si observásemos el entorno a través de un antiguo televisor incapaz de cambiar de canal ni de sintonizar en color.

 

En 1903, aprovechando el yacimiento de piedra calcárea del mazizo del Garraf, la empresa Butsems i Fradera instaló allí una fábrica y, en 1913, creó un puerto que serviría para comercializar el cemento que produciría. Al mismo tiempo, se levantó una colonia industrial que, como tantas otras de la época, lo hizo como un núcleo urbano autosuficiente donde sus habitantes disponían de mercado, colegio, médico, teatro, iglesia, campo de fútbol y asociación recreativa.

 

Sin embargo, a pesar de hallarse cobijada en las costas del Garraf, la colonia no se libró de la epidemia de gripe de 1918 que diezmó su población. Más tarde, durante la Guerra Civil, algunos obreros que militaban en la FEI y las JONS crearon el revolucionario Comité de Vallcarca y fusilaron en el paraje de la costa Pas de la Mala Dona a algunos encargados de la fábrica. Tampoco se libró la colonia de los bombardeos, dado que la fábrica fue designada objetivo militar prioritario, y tras la guerra, como en toda España, el régimen decoloró, si cabe aún más, las calles de la colonia, imponiendo la cartilla de razonamiento, el Cara al Sol y las remilgadas y puntillosas normas sociales que incluían la Misa de domingo obligatoria en su recién construida iglesia. En la colonia convivían los trabajadores de la cementera y de la cercana estación de tren, construida sólo tres meses antes que la fábrica.

 

Respecto a la fábrica, en la década de los años 30 se convirtió en la más importante de España y, tras ir cambiando de nombre a lo largo de los años, en 1973 pasó a llamarse Uniland Cementera tras una fusión, perteneciendo, en la actualidad al Grupo Portland Valderribas. Con el aumento de producción, el lugar, enclavado en el Parque Natural del Garraf, fue cubriéndose de un manto gris de contaminación ante el que los más jóvenes se sublevaron a mediados de siglo XX, negándose también a aceptar las condiciones de trabajo en semiesclavitud que dominaron las tareas de las generaciones precedentes. De este modo, muchos abandonaron la fábrica y la colonia, obligándose a buscar una nueva vida en localidades cercanas.

 

Poco después, en los años 60, los que aún quedaban en la colonia tuvieron que seguir el mismo camino que sus primeros emigrantes, al desaparecer ésta como consecuencia de la ampliación de la fábrica. Se pueden encontrar multitud de fotografías de la antigua colonia en Intentet e, incluso, existen foros y libros publicados al respecto.

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?