Monasterio de Bonaval

El monasterio de Santa María de Bonaval, aunque sería más propio hablar de sus ruinas, nos recibió casi al borde de la noche tras haber recorrido una hermosa senda de 2km que discurre paralela a un río entre majestuosos robles.

 

Declarado Bien de Interés Cultural en 1992 sorprende el pésimo estado en el que se halla esta edificación cisterciense fundada en 1164 por monjes llegados del Monasterio de Santa María la Buena por orden del rey Alfonso VIII de Castilla con el objetivo de que sirviera de barrera ante una probable invasión musulmana.

 

De gran extensión según iba pasando el tiempo y se iban anexionando más terrenos gracias a la realeza y a las herencias de particulares, tanto Alfonso IX como Alfonso X confirmaron los privilegios de la Orden. Así, a finales de 1260, el monasterio perdió su carácter de abadía y quedó bajo la jurisdicción de los toledanos Monjes de Monte Sión. El monasterió se convirtió entonces en un lugar donde los monjes más ancianos se preparaban para morir en medio de un verdadero locus amoenus.

 

Tras haber sobrevivido a la Guerra de Sucesión Española de la que salió victorioso Felipe V, y a la Guerra de la Independencia, el monasterio no sobrevivió sin embargo a la desamortización de Mendizábal (1821) que expropió el complejo al pertenecer éste al clero regular con el supuesto objetivo de poner sus terrenos en manos de campesinos que los comprasen y trabajasen. Sin embargo, la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales que viciaron el proceso configurando grandes lotes asequibles sólo a los bolsillos de las oligarquías muy adineradas. Así, Bonaval, como otros antiguos monasterios, terminó en manos de particulares (llegó a tener hasta 500 propietarios al mismo tiempo) que se desentendieron de su conservación y, en cambio, procedieron a vender al mejor postor sus tesoros y archivos. Sólo una pequeñísima parte de éstos se pueden venerar aún en la parroquia de Retiendas.

 

Hoy en día, sólo podemos admirar del monasterio una pequeña parte de su iglesia: el crucero, la cabecera y la nave meridional, así como una torre y restos de lo que debió ser una sacristía.

 

Impresiona la belleza de estos restos rodeados por una alambrada y atrapados por la vegetación, dañados continuamente por la humedad. La Plataforma Salvar Bonaval lleva, sin éxito, más de un año solicitando a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha que apuntale el monasterio para detener su degradación. Esperemos que consigan su loable objetivo, de lo contrario, en muy poco tiempo dejaremos de disfrutar de su anciana belleza.

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?