Estación de Ferrocarril Las Infantas

A finales del siglo XIX, un pequeño núcleo poblacional cercano a Aranjuez, Las Infantas, fue constituido como pedanía a escasos kilómetros de la entonces también pedanía de Castillejo. Lo que comenzó siendo una finca, rápidamente fue recibiendo más población y pronto se sintió la necesidad de construir un apeadero que le diese servicio. Así, tras los nuevos tramos ferroviarios proyectados a raíz del ferrocarril Aranjuez-Madrid, en 1879, y aprovechando la hoy derruida Casa de Manzanera, Las Infantas pudo contar con su propio apeadero, en un primer momento bautizado como Aranjuez II.

 

La estación que hoy podemos visitar, ya en desuso, fue construida en 1920, con forma de caserón. Consta de dos plantas, un piso inferior destinado a los viajeros y otro superior en el que existían dos viviendas hoy, totalmente saqueadas. Frente al apeadero, la caseta de los aseos y la lampistería en la que se guardaban las diferentes lámparas de señalización ferroviaria. Llama la atención las letras que alguien escribió en una de las paredes del que fuera vestíbulo. Se trata de un hermoso poema del premio Nobel de Literatura William Butler Yeats que reproduzco en una de las fotografías. 

 

Poco a poco, la pedanía fue perdiendo habitantes hasta que sus edificaciones se redujeron a la ermita y a la casa de los comendadores, terrenos que, tras un tiempo, sirvieron de recreo a Felipe II para, después, pasar a manos del Estado, a excepción de una parte, que fue donada a los duques de Fernan-Núñez junto con la cercana Finca La Flamenca, todavía hoy de su propiedad, hasta donde va a cazar lo más granado de la sociedad cinegética, entre la que se encuentran el príncipe Felipe y su esposa Letizia Ortiz.

 

Hoy, el edificio del apeadero, objeto de saqueos en busca de hierro o cobre, presenta un estado lamentable. La subida a su seguda planta es muy peligrosa, varios de los escalones de madera de la escalera han desaparecido junto a su barandilla y ya en la parte de arriba se constata que el techo está empezando a ceder. Es una pena que este edificio histórico, que podría ser subastado junto a otras 423 estaciones de tren abandonadas hoy en España, termine desplomándose llevándose consigo su historia y la de la pedanía de Las Infantas, hoy barrio de Aranjuez que, sin embargo, conserva todavía su propio código postal.

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?