Central Hidroeléctrica de Buenavista

La Central Hidroeléctrica de Buenavista, hoy en desudo y ruina, es una de las muchas insfraestructuras industriales que se instalaron en el río Tajo a su paso por la ciudad de Toledo con el objeto de aprovechar el empuje de las sus aguas. Algunas, desaparecidas hace siglos, se emplearon para moler el trigo que se utilizaría en la fabricación de harinas. Otras, levantadas a finales del siglo XIX y durante el XX, aprovecharon la fuerza del agua para producir electricidad. De estas últimas, una de las que hoy quedan en pie, la de Buenavista, ocupa ambas márgenes del río, la de más potencia, a la que corresponden las fotos de este reportaje, se ubica en la parte derecha del río, mientras que en la parte izquierda se halla la de menor potencia. Ambas carecen de cubierta, puertas y de cristales en sus ventanas y presentan signos de vandalismo.

 

Poca información hay respecto a la construcción de este molino-hidraúlico. Posiblemente se instaló en tierras de los Condes de Romanones y Pastrana, dueños desde 1923 del palacio del s.XVI cuya autoría se atribuye a El Greco, y que hoy ubica, aunque totalmente reformado, el hotel Hilton. Sí existe constancia fotográfica del Conde, el llamado "Gran Cacique", supervisando las obras de construcción de una presa en la orilla opuesta del río, ribera a la que durante mucho tiempo se accedió en la llamada barcaza de Romanones, una plataforma guiada por un cabrestante que, hasta no hace mucho, aún podía contemplarse y que los trabajadores de los condes empleaban para acceder a las tierras de labor que éste poseía en el otro lado del Tajo. 

 

Basándome en el expediente de la Confederación hidrográica del Tajo, concluyo los siguientes datos: El 5 de junio de 1953 se otorgó la concesión de la minicentral a los hijos del Conde de Romanones, Agustín y Casilda Figueroa Alonso. Ella, Duquesa de Pastrana y él, Marqués de Santo Floro y, como curiosidad, diré que padre de Natalia Figueroa, esposa del popular cantante Rafael Martos (Raphael). También se desprende de ese informe cuál fue el último concesionario, Aprovechamientos Hidráulicos S.A. con un caudal concesionado de 20 metros cúbicos por segundo para un salto registrado de 1,2 metros.

 

Finalmente, sé que existió un proyecto de rehabilitación y explotación de ésta y el resto de las minicentrales que, por ahora, nos ha quedado más que en eso, en agua (en este caso, de borrajas).

 

Como suele suceder con mis reportajes, me dejo muchas incógnitas por responder pero no quiero terminar este texto sin hacer mención, desde mi más profundo respeto y cariño, a la placa que encontramos a las puertas de lo que sería la entrada al puente que nos lleva a la central de no estar éste interrumpido en su encuentro con la orilla. En ella, un epitafio escrito en una losa adornada por un rosal y flores de plástico rememora el ahogamiento en 1998 de una niña, Rocío, en las traicioneras aguas del Tajo. Descanse en paz.

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?