Absolutamete nada sé de este caserón a medio derruir que, antaño, se disponía al otro lado de una vía de tren ya desmantelada. Encontramos en la construcción distintas salas que almacenaban decenas de cajas de madera que otrora portaran botellas de vino, alguna que otra aún desperdigada por allí.
Unos cuantos y maltrechos muebles se repartían diseminados por las grandes dimensiones de la finca entre botellas de refrescos, sacos de escombros y comederos para los animales de granja. No es fácil acceder a su planta superior, pues la escalera que comprendería su acceso natural sufrió un incendio en algún momento, así que tuvimos que buscarnos las mañas para avanzar en el recorrido. Y, después del itinerario por el piso de arriba, finalmente, de nuevo en la planta inferior, descubrimos un patio lleno de vegetación en el que, hace mucho tiempo, un cenador seguramente haría las delicias de sus habitantes en las calurosas noches de verano.
A falta de datos objetivos sobre este sitio quedó bautizado como "Casa de los Faisanes", nombre que escogimos en base al logotipo que encontramos en toda una vajilla acumulada en el patio del lugar. ¿Se trató en algún momento, quizás, de algún tipo de establecimieno hostelero? quién sabe...
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