Recorrido su perímetro por un murete de piedra, esta antigua finca muy probablemente sirvió de morada a labradores y ganaderos y es hoy, a tenor de los cartuchos allí encontrados, punto de reunión y cobijo de cazadores.
Existe, como en muchas de estas construcciones, un espacio destinado a palomar y, frente a este, un pequeño hogar que, a todas luces, ha servido durante mucho tiempo para asar conejos, especie muy abundante en esa zona de la meseta central.
Fue interesante pasear entre las ruinas de esta vieja construcción y descansar sobre una enorme roca bajo un inusual cálido sol de invierno. Lo que no fue en absoluto agradable fue descrubir el cadáver, aún protegido por su plumaje, de un águila real. ¿Un accidente con unas cercanas líneas eléctricas? ¿Un cazador sin escrúpulos? sea como fuere parece que la mano del hombre estuvo detrás la muerte de este bello animal, una especie protegida en esta región. Ojalá no tengamos que volver a topanos frente a semejante hallazgo.
<<PINCHA SOBRE LAS IMÁGENES PARA VERLAS AL COMPLETO>>
Escribir comentario