Tanto la nave que hacía las veces de almacén, como los aseos y la propia estación se encuentran en un estado de absoluta decadencia. Sabemos que sus vías muertas se emplean en ocasiones para abastecer de gas natural a la central térmica y para acoger trenes en desuso.
Nosotros no tuvimos la suerte de encontrar allí los vagones de tren abandonados que otros pudieron recorrer y fotografiar pero, aún así, la visita mereció la pena. Con el Tajo bajo nuestros pies, cruzamos el magnífico puente metálico de 130 metros de longitud que dirige las vías de ferrocarril hacia Algodor, otra estación abandonada pero estrechamente vigilada a la que trataremos de acceder en otro momento, y nos dedicamos a recorrer sus inmediaciones en las que encontramos viejas casas de labranza algunas de ellas, muy interesantes.
Sin duda, regresaremos al lugar para visitar los restos del poblado de Aceca y terminar de inspeccionar la orilla opuesta del río.
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