¿Motel o Club de Alterne?

Ignoro si este motel era tal o cumplía funciones, digamos, más “lúdicas”. Tampoco sé si llegó a inaugurarse o su abandono se produjo antes de la puesta en marcha de su actividad. Sólo sé que se trata de un establecimiento pegado a una autovía que no le presta un acceso directo. Tal vez fuese ese el motivo de su abandono. En dos de sus fachadas se anuncia el alquiler de habitaciones y un cartel luminoso sin nombre corona su tejado.

 

Tras colarnos en su interior la sensación de que no nos encontrábamos ante un motel convencional se hizo patente: espejos por todas las paredes, una enorme barra presidiendo la pared más larga, un murete que parecía hacer las veces de reservado y, al otro lado, una pequeña tarima con sendas barras para practicar “pole dance” (tradicionalmente llamadas barras americanas) nos hicieron sospechar que no se trataba de un mero establecimiento hotelero.

 

La planta superior, con un amplio salón diáfano y un corredor-pasillo a modo de balconera, parecía no haber sido terminada de construir. Sin embargo, pronto encontramos acceso a varias plantas inferiores, la primera de las cuales disponía de un cuarto con taquillas y una veintena de dormitorios con paredes pintadas de rosa fucsia.

 

No todas las habitaciones tenían cuarto de baño pero sí armario y, alguna de ellas, aún conservaba la cama, muy estrecha, según mi inexperto criterio, para destinarla a este tipo de artes amatorias. Las dos plantas inferiores parecían ideadas para servir de garaje o de amplios almacenes pero, me temo, es algo que nunca llegaremos a averiguar. En cualquier caso, se trataba de un local expoliado en el que, por supuesto, ni los aparatos de aire acondicionado fueron respetados.

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?