Masía Abandonada en el Puerto de la Carrasqueta

Veníamos de la templada temperatura de la costa de El Campello y nos sorprendió una brusca bajada en el termómetro y una buena capa de nieve en el Puerto de la Carrasqueta, a más de 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar. Allí, muchas familias habían acudido a disfrutar de las primeras nieves con sus pequeños pero nosotros pronto divisamos algo que nos llamó mucho más la atención que hacer un muñeco o enzarzarnos en una guerra de bolas: una antigua masía abandonada y prácticamente en ruinas construida, seguramente, para aprovechamiento agrícola y ganadero.

 

No sin dificultad debido a profusión de nieve y hielo llegamos hasta la construcción pasando por delante de un antiguo aljibe. Una vez alcanzada la casa comprobamos que, en realidad, se trataba de un complejo de tres construcciones con un patio central. Pudimos entrar en lo que quedaba de una de ellas con sumo cuidado debido al mal estado de su estructura. En la planta superior, vimos través de un agujero una serie de muebles viejos apilados dentro de una habitación cerrada con llave. En la planta baja, una gran chimenea que, suponemos, hacía las veces de cocina junto a una pila de piedra y, en el suelo, un cartel con el lema “Bar, tabaco, café”, ¿estaríamos ante un antiguo bar o fonda de paso que facilitaba al viajero el tránsito entre los pueblos de Alcoi y Xixona? Lo ignoramos. Una de las puertas laterales de la casa llevaba a los corrales donde los abrevaderos dejaban constancia del pasado ganadero de este complejo.

 

No nos topamos en nuestro periplo con ningún pozo nevero, muchos de los cuales se remontan al siglo XVIII. Estos pozos, también llamados cavas, almacenaban hielo durante toda la época invernal y después se compactaba para emplearse en la industria heladera de las poblaciones de Xixona y Alicante en el período estival. Quizás la próxima vez…

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?