Estación del Záncara

El barrio de Río Záncara fue una pedanía de Tomelloso situada entre este municipio y Pedro Muñoz. Atravesada por la vía del tren Madrid-Alicante, llegó a tener alcalde pedáneo, bodega, escuela e iglesia. Parece ser que lo vecinos de Pedro Muñoz no quisieron que la línea ferroviaria pasase muy cerca del pueblo para evitar que el tren provocase incendios en los cultivos de cereal o que pudiese atropellar animales o a personas, por lo que la estación se terminó construyendo en 1929 en esta pedanía.

 

El edificio, de estilo historicista y protegido por la Ley de Patrimonio Histórico, ya no cumple su misión de apedero de viajeros, aunque sí ve pasar por delante de ella más de 100 circulaciones al día. Cabe señalar que esta estación se baraja como opción para convertirse en una de las plataformas de carga y descarga de las 2.500 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad con destino final en el futuro ATC de Villar de Cañas (Cuenca). A este respecto, tampoco es desdeñable recalcar que, según los informes técnicos, los terrenos de Villar de Cañas no son los más adecuados ni seguros para abergar una infraestructura de esas características. Pero esto ya es otra historia...

 

Hoy en dia, los restos de las viviendas abandonadas que circundan la estación reciben al visitante entre escombros y utensilios de relativa modernidad, lo que hace suponer que, hasta no hace mucho, algunas casas fueron ocupadas por nuevos habitantes. Llama la atención la iglesia abandonada, al otro lado de la carretera y rodeada de viñas, en cuyo interior las palomas campan a sus anchas alfombrando el suelo con una basta capa de excrementos. Cajas de madera y puertas desarraigadas de su ubicación original son el único mobiliario que encontramos en su, antaño, sagrado interior. 

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?