Belgrado y la Cuestionable Intervención de la OTAN

Tras el fracaso de las negociaciones para acabar con la lucha entre Belgrado y las guerrillas separatistas albanesas, y ante la dura represión serbia contra civiles kosovares, en el período comprendido entre el 24 de marzo de 1999 hasta el 11 de junio de ese mismo año, la OTAN, en el transcurso de la operación Fuerza Aliada, bombardeó la república de Yugoslavia. Aunque el objetivo eran los blancos militares serbios de Milosevic, la sangrante realidad es que se produjeron numerosos "errores" y "víctimas" colaterales civiles.

 

Durante el ataque se destruyeron instalaciones civiles , fábricas, puentes, refinerías, viviendas y objetivos militares. Los daños económicos superaron los 30.000 millones de dólares. Se produjeron daños medioambientales y se emplearon bombas de racimo y munición con uranio empobrecido. 

 

Cuando nosotros visitamos Belgrado, 8 años después de esa operación de la OTAN, los restos bombardeados del Edificio del Ministerio de Defensa estaban custodiados por un militar al que pareció no hacerle demasiada gracia que los fotografiase. Finalmente, su absoluto mutismo ante las preguntas que le hice en referencia a ese edificio terminaron por darme por vencida. Gracias a las hemerotecas supe de la naturaleza del mismo, de los bombardeos sobre civiles de la OTAN y del ataque de otro edificio, el 22 de abril, el de la Radiotelevisión serbia, en el que 16 técnicos de la cadena estatal murieron. Hay que añadir que estos asesinatos se hubiesen podido evitar si el entonces director de la cadena (que Milosevic utilizaba de forma partidista y propagandística) no hubiese obligado a esos trabajadores a permanecer en el edificio a pesar de conocer que el bombardeo se iba a producir. Este hecho le costó 10 años de cárcel. 

 

 En total, fueron 254 personas las que perdieron la vida a consecuencia de estos bombardeos por territorio yugoslavo, casi todas ellas, civiles.

 

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Sobre mí:

Curiosa por naturaleza, desde niña me embelesaron los ecos pasados que se me antojaban atrapados entre las paredes de los lugares abandonados que iba dejando atrás desde el coche de mi padre. Hoy, un poco más dueña de mis pasos, los dirijo allí para admirar la belleza oculta entre sus ruinas, inmortalizarla con mi cámara e indagar en la verdadera historia que, en otros tiempos, les dieron vida. Estos son mis locus amoenus ¿me acompañas?